domingo, 12 de diciembre de 2010

PALACIO DE ISORA


Aunque este artículo lo escribí hace ahora dos años, y mientras no vuelva para comprobar su actual estado, sírva éste como homenaje a los que hicieron posible su apertura y dejaron su huella.
En el vecino núcleo de Alcalá existe un pequeño muelle que permite disfrutar del mar. Esta era poco más o menos la presentación que se hacía de este barrio de Guía de Isora hasta hace unos meses. Pero a partir del mes de julio de este año, pasó a ser reconocido internacionalmente gracias a la inauguración del Hotel Gran Meliá Palacio de Isora, que además, es el nuevo referente mundial de Sol Meliá en su marca de lujo.
Estoy casi seguro de que, por alguno de los infinitos medios de comunicación que cubrieron su apertura, ya conocerán sus características principales. Partiendo de esa premisa, permítanme, que si bien les recordaré algunas de ellas, por mi parte lo haga desde el corazón de todo hotel que hoy en día se precie, es decir, desde su cocina y sus diversos restaurantes.
Antes de meternos de lleno en el mundo gastronómico, y para aquellos que no estén al tanto del porqué de un nombre tan atrayente, les diré que no hay mejor manera de describirlo que como Palacio, y obviamente por su ubicación, de Isora. Piensen a lo grande, con todo lujo de detalles que se puedan imaginar, pues seguro que en este Palacio lo encontrarán.
En los 87.000 metros cuadrados que conforman el hotel, Álvaro Sans, arquitecto responsable del diseño, ha conseguido, a través de un proyecto neoclásico, fusionar el conjunto arquitectónico con el magnífico hábitat natural. Demostrando un especial respeto por el medio ambiente, como expresa con la inclusión en las instalaciones de la más moderna energía geotermal, la iluminación ecoeficiente, y la planta desaladora que abastece de agua a todo el complejo hotelero, entre otras.
Debido a imprevistos, en esta ocasión no pude saludar al Director General del Gran Meliá Palacio de Isora, Óscar Ramos, cosa que espero pueda hacer en breve, para que además de lo meramente protocolario, conocedor de su carrera profesional, intentar que nos transmita el qué y cómo hacer día a día para llevar a buen puerto, una “nave” de esta categoría y dimensiones.
De momento, parece que ha sabido rodearse de un gran equipo de profesionales, como he podido comprobar en la visita realizada hace unos días.
El llegar hasta la entrada principal, es sencillísimo, puesto que casi se adivina desde la carretera. Una vez allí, el amable portero me indica que debo seguir un poco más adelante, ya que mi reserva está en la zona Red Level, donde sin más les diré, que es la mejor forma de vivir la máxima experiencia de servicios.
Como habíamos quedado con antelación, y una vez instalado en la magnífica habitación con vistas a la inmensidad del mar y a la cercana isla de La Gomera, fui atendido por Carolina Rodríguez, Office Manager Sales & Marketing, la cual me fue enseñando y describiendo algunas zonas del establecimiento, ya que recorrer todos sus maravillosos espacios, es cuestión de más de un día. Si ya la recepción principal es por sí misma todo un espectáculo, imagínense una piscina de 270 m de longitud rodeada de camas balinesas, amén de otras repartidas por el recinto con funciones de hidromasaje y sus palapas asiáticas por doquier. Asimismo visitamos los restaurantes, aunque posteriormente volví con el Chef Ejecutivo para adentrarnos en cada uno de ellos.
Con el gesto de amistad y entrega hacia el visitante, como es llevarse la mano derecha al corazón, tal como me recibió Carolina, nos despedimos hasta el día siguiente.
Con el fin de imbuirnos en los temas tocantes a los servicios de alimentación, algo tan importante en un hotel de Gran Lujo como es el Palacio de Isora, me reuní con Laurent Van Geyt, ese magistral Chef ejecutivo que antes le anunciaba.
A Laurent, hace ya varios años que le conozco, cuando ejercía parecidas funciones en un hotel de la cadena Sheraton, y ya entonces percibí que detrás de la rimbombante apelación de chef ejecutivo, había un auténtico profesional del mundo de la cocina. Un gran cocinero, experto administrador y persona, con recursos para diseñar y transmitir a su equipo humano, los ánimos y conocimientos para que las elaboraciones que cada uno de los restaurantes presenta al cliente, rocen la perfección, al igual que la impoluta cocina central.
Pero claro, eso no se consigue en dos días, porque sin haber cumplido los cuarenta, lleva 25 años de andadura. Desde sus comienzos en la Escuela hotelera Jean Ferrandi/Restaurant Au Quay d´Orsay en Paris, allá por el 1985, su bagaje en hostelería le ha llevado a recorrer cocinas por medio mundo, oficiando y dirigiendo en cocinas como las de los Restaurant Le Montmartre, Paris, en Francia, Restaurant Maxim´s De Paris, en México, el Hotel Westin Cancún Spa &Resort, y ahora el mismísimo Gran Hotel Meliá Palacio de Isora, donde le auguramos grandes éxitos, por las satisfacciones culinarias que puede conseguir junto con todo el equipo de cocina y sala.
Ineludiblemente el espacio se acorta, así que vayamos con los restaurantes: Lo primero, es contar con la cocina central, donde su jefe Manuel Barco, trabaja codo a codo con Laurent.
Si lo suyo es lo asiático, debe visitar en más de una ocasión el Nami Asian Bistro, múltiples experiencias asiáticas en un solo restaurante, un día para degustar el Sushi bar, otro en las planchas de teppanyaki y un tercero probando platos de fusión asiática actual.
¿Quién no ha oído hablar de Dani García? En el Calima, la cocina creativa de este mago de los fogones le hará pasar una velada inolvidable.
A nada que pase usted unos días en este Palacio, seguro que en el Oasis pool grille encontrará su refugio donde refrescarse y reponer fuerzas.
Lógicamente en un día no me dio tiempo a probar todos con profusión, pero se me quedó grabado en el paladar el menú con que nos agasajó el titular de la cocina del Ocean Club, Philippe Denis, el cual, por cierto, el día 24 de noviembre, en el Casino de Knokke en el norte de Bélgica, recibirá oficialmente el Gorro Blanco de la Orden de los 33 Maestros Cocineros de Bélgica y el de embajador de dicha institución en España.
El menú, para chuparse los dedos: Comenzando por el Foie sobre endibias, seguimos con un Bisque de langosta con pan de maíz tostado y caviar, de diez. La cocina italiana en su máxima expresión con la pasta elaborada a mano, rellena y todo el aroma de trufas.
Del Villagodio de cebón al estilo castellano, con sus papas panadera y unos boletus edulis, solamente pude con un poco, porque quería dejar sitio para los excelsos postres que presentan en este local. Desde donde además de comer opíparamente, por una parte se controla toda la plaza central del Palacio, y por la otra, la piscina que se funde con la inmensidad del océano.
El recorrido de copas con disímiles ambientes es formidable, pudiendo recalar en la discoteca hasta muy entrada la noche.
Después de desayunar como los reyes, por calidad, diversidad, cantidad y servicio, a uno no le queda más remedio que seguir camino adelante, llevándome la huella del lujo como estandarte. En definitiva, el del Hotel Gran Meliá Palacio de Isora.
La habitual receta, se la ofreceré en otra ocasión. De momento les dejo las fotografías, para que se hagan una idea.

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