jueves, 26 de agosto de 2010

LA ACELGA, ESA DESCONOCIDA

La acelga goza de numerosas aplicaciones medicinales y alimenticias, por ser emoliente, refrescante, digestiva, diurética, diaforética y nutritiva.

Los primeros informes que se tienen de esta hortaliza la ubican en la región del Mediterráneo y en las Islas Canarias por Vavilov, desde hace varios siglos. Por su parte, Aristóteles ya hace mención de la acelga en el siglo IV A.C. Y la introducción a los Estados Unidos de ésta Quenopodiácea, de la Especie: Beta vulgaris l. var. cicla (L.), fue en el año de 1806.
Los nombres vulgares en español: acelga, bleda. Y en otros idiomas: leaf´s beet, swiss chard (inglés), mangold (alemán), poirée, bette, blette (francés), bietola da costa (italiano).
Otros historiadores coinciden en que el centro de origen de esta especie se sitúe probablemente en Europa y norte de Africa, siendo la región oriental del Mediterráneo su mayor centro de multiplicidad. Acelga y betarraga son la misma especie y, elementalmente, presentan un origen común; no obstante, su evolución ha sido diferente, resultando en características somáticas visiblemente distintivas, por lo que se separan o reconocen como variedades botánicas distintas.
Constan referencias escritas que la acelga fue manipulada por los griegos 500 años a.C., siendo un alimento elemental para la nutrición humana por mucho tiempo.
Comenzando en Europa, ha sido llevada a diversos países del mundo y en la actualidad ostenta una amplia difusión, principalmente en América y Asia.
La acelga es una planta bianual y de ciclo largo que no forma raíz o fruto comestible, de raíz bastante profunda y fibrosa.
Las hojas, constituyen la parte comestible y son grandes, de forma oval tirando hacia una forma de corazón, tiene un tallo o penca ancha y larga, que se prolonga en el contorno; el color varía, según variedades, entre verde oscuro fuerte y verde claro. Los tallos pueden ser de color crema o blancos.Para que produzca la floración necesita pasar por un período de temperaturas bajas. El brote floral suele alcanzar una altura promedio de 1.20 m. La yema está compuesta por una larga inflorescencia, por su parte, las flores carecen de peciolo o pedúnculo y son hermafroditas pudiendo aparecer solas o en grupos de dos o tres. El cáliz es de color verdoso y está compuesto por 5 sépalos y 5 pétalos.
Las semillas son muy pequeñas y están encerradas en un pequeño fruto al que comúnmente se le llama semilla (aunque realmente es un fruto), que contiene de 3 a 4 semillas.
La acelga presenta una raíz pivotante, recia, ramificada, que alcanza un enraizamiento medio en el alrededor del suelo, no experimenta un engrosamiento significativo y es poco carnosa.
El sistema caulinar presenta dos fases, una preliminar vegetativa y una posterior fase reproductiva. En la fase vegetativa la planta produce numerosas hojas dispuestas en roseta sobre un tallo muy corto. Las hojas son simples, alternas, de lámina muy desarrollada y tallo grande y suculento, constituyendo la parte de consumo de la especie.
Estas hojas se producen hasta el momento del estímulo floral, siendo la fase reproductiva la que se inicia después de cumplirse las exigencias de frío y de fotoperíodo largo propios del cultivo, evidenciándose con el crecimiento en longitud del tallo, que alcanza hasta 1,5 m y que sustenta, en posición terminal de sus ramas, las inflorescencias llamadas espigas que tienen numerosas flores. Debido a su autoesterilidad causada por incompatibilidad polínica, la polinización es principalmente cruzada y anemófila. Con posterioridad al proceso de fertilización, se forma un fruto agregado o múltiple, denominado utrículo, que corresponde a 2 o 3 aquenios que permanecen unidos.
La parte de consumo de acelga la componen las hojas enteras o sus partes por separado. En general, las hojas presentan un pecíolo grande, de 3 a 5 cm. de ancho y 15 a 25 cm. de largo, muy carnoso o apetitoso, generalmente de color blanco o verde claro, aunque también hay rojos y amarillentos. Los pecíolos también son más conocidos con el nombre de pencas de acelga. Las hojas también son grandes, de 15 a 20 cm de ancho y 20 a 30 cm de largo, de forma aovada, gruesas, de borde sinuoso, de superficie lisa o rugosa, y generalmente de color verde oscuro y brillante, aunque también son comunes las verde claro. La parte verde representa la mitad o más del largo total de la hoja.
La composición nutritiva de la acelga es una de las más ricas entre las hortalizas. Generalmente, se destaca por su significativo aporte de minerales como el calcio, hierro, potasio y sodio, y principalmente, por su elevada aportación de vitaminas A y B a la dieta.
Al compararlas con las otras hortalizas, hacen que la acelga sea considerada la tercera especie hortícola en valor nutricional. Además, medicinalmente es considerada un alimento laxante y digestivo.
Las hojas se consumen enteras, normalmente cocidas, en guisos, sopas y ensaladas, y como guarnición de carnes y pescados. También se acostumbra consumir las partes por separado, por ejemplo las pencas cocidas y fritas, o láminas solas en cremas y salsas, por lo que se le considera una especie muy versátil en la cocina. En la industria agraria se le usa para la elaboración de diversos productos congelados y enlatados.
Las más conocidas son:
Amarilla de Lyón. Hojas grandes, onduladas, de color verde amarillo muy claro. Penca de color blanco muy puro, con una anchura de hasta 10 cm. Producción abundante. Resistencia a la subida a flor. Muy apreciada por su calidad y gusto. Verde claro y penca blanca (Lucullus), y verde rojizo y penca de color rojo (Rhubarb Chard).
Verde con penca blanca Bressane. Hojas muy onduladas, de color verde oscuro. Pencas muy blancas y muy anchas (hasta 15 cm.). Planta muy vigorosa, por lo que el campo de plantación debe ser amplio. Variedad muy apreciada.
Otras variedades: Verde penca blanca R. Niza, Paros y Fordook Giant y White Silver.
Para mi gusto, una de las mejores y más sabrosas preparaciones, es de las simples: Cortar y pelar las pencas con una puntilla, cocerlas con el mínimo de agua, al dente y con un poco de sal. Sacarlas y secarlas con un papel de cocina. Rebozarlas con harina y huevo y freírlas a fuego suave con aceite de oliva. Sin más, comerlas.
Pero si queremos rizar el rizo, tomar dos partes de penca, rellenarlas con jamón y queso, o con bonito en escabeche y una anchoa en salazón, y acto seguido rebozarlas y freírlas como en el caso anterior. Si las acompañamos de una salsa española, para relamerse, y con un vino joven, mejor.

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