lunes, 30 de agosto de 2010

UNA HERRAMIENTA MUY UTIL, ELTENEDOR

En cierta ocasión, el amigo R.García Santos, montó una polémica sobre el uso del tenedor de madera para degustar las angulas, que hizo época. Pero sin entrar en más discusiones,lo que sí es más factible, es que los hombres prehistóricos emplearan de vez en cuando algún palo afilado para coger cachos de carne del fuego, y también caparazones o alguna corteza para beber el agua o alguna mezcolanza parecida a una sopa que pudieran preparar al fuego.
Pese a los tímidos intentos de introducir la costumbre del uso del tenedor desde principios del siglo XI en Europa, no se generaliza hasta ya entrados en el siglo XVIII o principios del XIX, las razones de esta tardanza son achacables a múltiples causas, desde las puramente religiosas hasta sociales e incluso políticas.
Parece ser que ni los griegos ni los romanos conocieron el tenedor. Únicamente en los grandes festejos se ofrecían unos estiletes y punzones, de plata y oro, para tomar los cachos más pequeños de carne o de pescado o las frutas de pequeño tamaño.Habitualmente, la comida se desmenuzaba y se llevaba a la boca con las manos.
Los alimentos sólidos, antes de ser servidos, eran preparados por un esclavo que los cortaba ya en pequeñas partes, evitando de esta forma, que los comensales tuvieran que emprender una escabechina sobre los manteles.
Es elemental que la pulcritud en la mesa solo pudo desplegarse ampliamente cuando se agregaron a ella determinados utensilios. En este sentido, fue trascendental el desarrollo del tenedor, que permitía desterrar decisivamente la grotesca costumbre de comer con las manos.
La presencia sistemática del tenedor en Europa suele atribuirse a los venecianos.
Existe constancia histórica en el siglo XI del primer tenedor propiamente dicho, Teodora, hija del emperador bizantino Constantino Ducas, se caso con el dux de Venecia Domenico Selvo. Esta princesa asombro a los venecianos con sus refinamientos, y no fue el menor el que se sirviera de un tenedor de oro de dos púas, con el cual sus eunucos le presentaban los bocados que habían trinchado. Pero Teodora para sus contemporáneos era tachada, por ésta y otras refinadas maneras orientales, como impúdica y censurable y hasta San Pedro Damián amonestó desde el púlpito estas extravagancias, llegando a llamarlo instrumentum diaboli ya que era harto difícil comer espagueti, macarrones o tallarines con semejante instrumento.
Gradualmente el uso del tenedor fue extendiéndose por Italia y a finales del siglo XIV el uso del tenedor era corriente en este país, inclusive en las tabernas para consumir las pastas. La realidad es que el rechazo que tuvo el tenedor durante siglos más obedecía a una inhabilidad de los comensales que a una posible falta de utilidad, un autor explica de él, pinchándose con sus afiladas púas los labios, las encías y la lengua, se causaban heridas con ellos, y no faltaban personajes, principalmente las damas, que exquisitamente y con gracia lo usaban para limpiar sus dientes a modo de los populares escarbadientes.
Existe un relato de un autor italiano que nos revela cuando pone en escena, desafiados ante la misma fuente, a dos tragones de macarrones calientes, uno de los cuales se atraganta porque esta atascado debido a la rapidez con que engullía haciendo uso del tenedor. Además, no será que la rápida utilización del tenedor en Italia esté vinculada al consumo de las pastas. ¿Si no hacemos uso de palillos chinos, que otro utensilio se debe usar para comer una pasta?.
Un viajero ingles de principio del siglo XVII, escribía en su diario, “Los italianos se valen siempre de un pequeño instrumento para comer y tocar la carne”. La persona que en Italia manipula la carne con los dedos veja las reglas de la buena educación y es mirada con desconfianza y criticada. Los tenedores son de hierro o acero, y los nobles usan muy a menudo tenedores de plata. Es una cosa extraña que no se pueda persuadir a un Italiano de comer con las manos. Mr. Coryate introdujo el tenedor en Inglaterra en 1609.
La primera vez que documentalmente aparece en Inglaterra es en 1643 en el testamento de John Baret de Bury St. Edmunds "my silvir forke for grene gyngor". Pero en último cuarto del siglo XVII el tenedor no se había incorporado todavía de lleno a las mesas inglesas.
De la misma manera, tardo mucho tiempo en imponerse entre los franceses.
Son numerosos los intentos por implantar el uso del tenedor en Francia, pero todos ellos sin éxito. Según nos relata Jacques Bourgeaud diferentes reinas extranjeras y en distintos momentos de la Edad Media, usaban tenedores, sirvan como ejemplo, Juana de Evreux y la Reina Catalina de Hungría. Pero a esta invención, considerada una extravagancia desmedida, nadie hace el menor caso.
Enrique III durante su reinado en el siglo XVI, pretende introducir de nuevo el tenedor y lo usan el y sus mignons. Debido a la justificada fama de homosexuales que tenían tanto el rey como sus allegados de la corte, la herramienta fue más motivo de aversión, que aceptada como utensilio de utilidad. Así en su libro Libellus moribus in mensa servandis, Jean Sulpice, propone, “Toma la carne con los tres dedos y no llegues a la boca con grandes pedazos”
Por su parte, Erasmo en 1530 facilita estos higiénicos consejos “Guárdate bien de ser el primero en meter las manos en el plato” y aclara que también es una falta de educación muy grande, llevarse los dedos a la boca para relamerlos, cuando se tienen manchados de grasa, o limpiarlos en el jubón, añadiendo solemnemente a continuación, me parece más correcto hacerlo en el mantel.
Célebre por sus blancas manos, la misma reina Ana de Austria, comía con los dedos. Y las agraciadas manos de la reina, con asiduidad se tomaron el trabajo de llevar a su real boca, todo tipo de suculentas raciones, tanto de carnes, pescados o dulces.
A pesar de la regia etiqueta que presidía sus mesas, su hijo Luís XV seguía comiendo con las manos y solo en sus últimos años usó un pequeño tenedor. En los tiempos de reinado de Luís XVI tampoco era raro ver comer al rey con la punta del cuchillo.
En lo que se refiere a España, el uso del tenedor no se propagó hasta el siglo XVIII. Se sabía desde el siglo XIV de un utensilio parecido llamado broca, y a él se refiere Enrique de Villena en su libro Arte cisoria, trascrito sobre 1423, en el cual aparece entre otras la siguiente frase, dícenle tridente, porque tiene tres puntas donde la primera (broca) tiene dos; esta sirve a tener la carne que se ha de cortar, o cosa que ha de tomarse, mas firme que la primera, pero este tridente era solo para trinchar carnes.
Bien entrado ya el siglo XVII, el tenedor seguía sin ser frecuente en las mesas españolas, pudiéndose confirmar, si hacemos caso de la segunda parte de El Quijote. Durante el banquete que dan a Don Quijote los duques, se narra lo siguiente: Llegaron cuatro doncellas, la una con una fuente de plata y la otra con un aguamanil asimismo de plata, y la otra con dos blanquísimas y riquísimas toallas al hombro, y la cuarta descubiertos los brazos hasta la mitad y en sus blancas manos una redonda paella de jabón napolitano. De lo que se deduce, que era este, el preciso final de un banquete en el que los invitados habían comido con los dedos.
Para que el uso del tenedor se generalice en Europa, habrá que esperar hasta el siglo XVIII.
En la evolución de los tenedores, estos fueron teniendo gradualmente dos, tres y cuatro dientes. De nuevo un autor francés, mirándose al ombligo escribió: El tenedor de dos dientes se emplea en el norte de Europa, y en Inglaterra están armados de un tridente de acero con mango de marfil, el tenedor de tres dientes. En Francia tenemos el tenedor de cuatro dientes, que es el colmo de la civilización.
Con la excepción de algunos alimentos que todavía se pueden tomar con los dedos, hoy en día, es impensable la no utilización de los utensilios que disponemos para un mayor disfrute e higiene en la mesa. Pero eso forma parte de otra historia, la del arte de saber disponer y utilizar todos y cada uno de los complementos que conforman una mesa.

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