Se le podría nominar como el rey de los peces planos, tanto por sus virtudes culinarias, quizás sólo superadas por el rodaballo, como por su relativa abundancia. A esto contribuye que, en determinadas épocas y lugares, podamos encontrarlo en número apreciable, por lo que, de ser así, garantizaríamos una excelente jornada de pesca.
No es un pez típico de anzuelo, pero pica sin reparos a cualquier cebo blando que descanse sobre un lecho de arena. A menudo lo encontramos semienterrado, perfectamente camuflado en el arenal. Lo delata su forma ovalada que sobresale ligeramente, y sus ojos, estos claramente destacados, sobre el cuerpo. Su inmovilidad aumenta durante las horas de más luz, pues el lenguado es de hábitos mayoritariamente nocturnos.
Por su carne, es objeto de una feroz pesca comercial, aunque existen muchas formas deportivas de capturarlos. Para el pescador submarino ofrecerá un blanco inmóvil y seguro. El problema suele ser verlos, pues podemos pasar varias veces por encima y no descubrir su característica forma oval.
Su dieta es estrictamente carnívora, e incluye pequeños crustáceos, pero sobre todo anélidos. Todos le gustan: gusana coreana, americana, de serrín, de coco, etc. Es un cazador que espera camuflado a sus víctimas, por lo que su picada será decidida e inequívoca. Lo más habitual para el aficionado deportivo es pescarlo a surf casting. También podremos capturarlo con unas simples gafas de bucear y un arpón, recorriendo las aguas poco profundas de la playa en verano, hasta dar con un lenguado. Se reproduce de Mayo a Agosto y las larvas libres no son planas, sino que se parecen a los otros peces y nadan en posición vertical. Tras algunas semanas, los ojos se desplazan hacia un lado del cuerpo, que se aplana a su vez. El pez pasa a vivir junto al fondo a partir de ese momento y nada apoyándose sobre su vientre plano, adoptando su característica posición horizontal. Debido a esto, el ojo izquierdo, que corresponde al lado que está en contacto con el fondo, migra al lado derecho de la cabeza en las primeras fases de su desarrollo, y los pocos dientes que tiene en su boca pequeña y torcida se desplazan al lado ciego.
El costado superior del lenguado toma un color arenoso oscuro, para mimetizarse con el fondo marino, mientras que el otro, en contacto con el fondo del mar, es blanco. Pasa su vida adulta en el fondo del océano acostado sobre su lado izquierdo, cubierto en parte de arena y fango para esconderse de predadores, llegando incluso a enterrarse totalmente a la mínima señal de peligro, agitando sus aletas para que la arena lo cubra por completo.
Gastronómicamente, como en el caso del gallo, en el mercado se encuentran los de ración o los grandes. Su carne es blanca y muy firme lo que se presta a elaboraciones sofisticadas. Los pequeños simplemente se pasarán por harina muy ligeramente y se harán a la plancha o en sartén a fuego vivo. Los grandes, aunque también son excelentes simplemente a la plancha, si se hacen filetes la sofisticación se hace posible confeccionando una salsa al cava que resulta inolvidable. La salsa de mantequilla y limón regando un lenguado recién hecho a la plancha, dentro de su sencillez, también es un clásico de la culinaria de este pescado. Hay a quien le gusta quitar la piel, más que nada porque al hacerse a la plancha, resulta desagradable al paladar y a la vista.
Para el consumidor habitual a veces es un engaño la compra del lenguado, pues la oferta de lenguadinas es habitual y se encuentran con que la mitad del pescado son espinas largas y profundas en los bordes y su carne, aunque sabrosa, es muy escasa. Los que se venden como lenguados de diez centímetros de largo, no son nada recomendables, porque además de que culinariamente no valen para nada, una vez más se está esquilmando el mar. Pero se ha constatado que se ven cajas enteras de ellos, de origen desconocido.
En nuestros mercados, es normal encontrar filetes de lenguado de un tamaño descomunal, ojo, pertenecen al mismo género pero son de diferente familia.
No es un pez típico de anzuelo, pero pica sin reparos a cualquier cebo blando que descanse sobre un lecho de arena. A menudo lo encontramos semienterrado, perfectamente camuflado en el arenal. Lo delata su forma ovalada que sobresale ligeramente, y sus ojos, estos claramente destacados, sobre el cuerpo. Su inmovilidad aumenta durante las horas de más luz, pues el lenguado es de hábitos mayoritariamente nocturnos.
Por su carne, es objeto de una feroz pesca comercial, aunque existen muchas formas deportivas de capturarlos. Para el pescador submarino ofrecerá un blanco inmóvil y seguro. El problema suele ser verlos, pues podemos pasar varias veces por encima y no descubrir su característica forma oval.
Su dieta es estrictamente carnívora, e incluye pequeños crustáceos, pero sobre todo anélidos. Todos le gustan: gusana coreana, americana, de serrín, de coco, etc. Es un cazador que espera camuflado a sus víctimas, por lo que su picada será decidida e inequívoca. Lo más habitual para el aficionado deportivo es pescarlo a surf casting. También podremos capturarlo con unas simples gafas de bucear y un arpón, recorriendo las aguas poco profundas de la playa en verano, hasta dar con un lenguado. Se reproduce de Mayo a Agosto y las larvas libres no son planas, sino que se parecen a los otros peces y nadan en posición vertical. Tras algunas semanas, los ojos se desplazan hacia un lado del cuerpo, que se aplana a su vez. El pez pasa a vivir junto al fondo a partir de ese momento y nada apoyándose sobre su vientre plano, adoptando su característica posición horizontal. Debido a esto, el ojo izquierdo, que corresponde al lado que está en contacto con el fondo, migra al lado derecho de la cabeza en las primeras fases de su desarrollo, y los pocos dientes que tiene en su boca pequeña y torcida se desplazan al lado ciego.
El costado superior del lenguado toma un color arenoso oscuro, para mimetizarse con el fondo marino, mientras que el otro, en contacto con el fondo del mar, es blanco. Pasa su vida adulta en el fondo del océano acostado sobre su lado izquierdo, cubierto en parte de arena y fango para esconderse de predadores, llegando incluso a enterrarse totalmente a la mínima señal de peligro, agitando sus aletas para que la arena lo cubra por completo.
Gastronómicamente, como en el caso del gallo, en el mercado se encuentran los de ración o los grandes. Su carne es blanca y muy firme lo que se presta a elaboraciones sofisticadas. Los pequeños simplemente se pasarán por harina muy ligeramente y se harán a la plancha o en sartén a fuego vivo. Los grandes, aunque también son excelentes simplemente a la plancha, si se hacen filetes la sofisticación se hace posible confeccionando una salsa al cava que resulta inolvidable. La salsa de mantequilla y limón regando un lenguado recién hecho a la plancha, dentro de su sencillez, también es un clásico de la culinaria de este pescado. Hay a quien le gusta quitar la piel, más que nada porque al hacerse a la plancha, resulta desagradable al paladar y a la vista.
Para el consumidor habitual a veces es un engaño la compra del lenguado, pues la oferta de lenguadinas es habitual y se encuentran con que la mitad del pescado son espinas largas y profundas en los bordes y su carne, aunque sabrosa, es muy escasa. Los que se venden como lenguados de diez centímetros de largo, no son nada recomendables, porque además de que culinariamente no valen para nada, una vez más se está esquilmando el mar. Pero se ha constatado que se ven cajas enteras de ellos, de origen desconocido.
En nuestros mercados, es normal encontrar filetes de lenguado de un tamaño descomunal, ojo, pertenecen al mismo género pero son de diferente familia.
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