Si estás avinagrado, lee unos cuantos libros y a diferentes autores y seguro que comprenderás, que no estás avinagrado, sino acetatado.
La palabra se deriva del latín vinum acre o vino agrio y así ocurre en la mayoría de lenguas, con la excepción del italiano, que toma el nombre de su principal componente, el ácido acético, y lo llaman aceto..
No obstante el vinagre, ese regalo de la naturaleza y del saber hacer, se puede obtener de muchas otras frutas, plantas y cereales.
La historia del vinagre está intrínsecamente vinculada con la del vino. Su origen hay que investigarlo en Oriente hace 5.000 años, siendo las primeras noticias, sobre un tipo de vinagre, que se obtenía de la palma, aunque fueron los romanos quienes expandieron su consumo por Europa.
En ese entonces, se disponía de una manera casera, permitiendo que el vino u otras soluciones alcohólicas sufrieran una oxidación en contacto con el aire, posteriormente se descubrió que en este proceso intervenían unas bacterias, llamadas acéticas, que eran las autoras del proceso.
El vinagre es el resultado de una doble fermentación alcohólica que convierte al contenido etílico en ácido acético, un cóctel que, además de transformar el sabor, le concede propiedades antisépticas y conservantes.
Fue en Francia, durante el reinado de Carlos VI, cuando los productores se congregaron convirtiéndose en cofradía, teniendo unas normas muy severas para entrar en la orden y participar en los secretos de la elaboración del vinagre. Según ellos era más difícil hacer un discreto vinagre que un buen vino. Sin embargo, realmente, sus fórmulas secretas consistían en el manejo de algunas sustancias de fuerte sabor, como el jengibre o la pimienta, que proporcionaban al vinagre el sabor característico.
Se utilizaban, toneles en serie de una capacidad comprendida entre los 200 y 400 litros y partiendo de una cantidad de vinagre al que se le añadía vino, por medio de una apropiada ventilación y unas condiciones idóneas de temperatura, este vino se trasformaba en vinagre. Y fue igualmente en Francia, en el siglo XVIII, cuando Lavoisier comenzó a dar una explicación científica al proceso de obtención del vinagre. Su teoría radicaba en decir que el espíritu del vino producía el vinagre al fijar el oxígeno del aire. Y lo que antes era un hecho que se originaba sin saber bien sus causas, se convirtió en algo evidente al conocerse los agentes de la fermentación acética.
La palabra se deriva del latín vinum acre o vino agrio y así ocurre en la mayoría de lenguas, con la excepción del italiano, que toma el nombre de su principal componente, el ácido acético, y lo llaman aceto..
No obstante el vinagre, ese regalo de la naturaleza y del saber hacer, se puede obtener de muchas otras frutas, plantas y cereales.
La historia del vinagre está intrínsecamente vinculada con la del vino. Su origen hay que investigarlo en Oriente hace 5.000 años, siendo las primeras noticias, sobre un tipo de vinagre, que se obtenía de la palma, aunque fueron los romanos quienes expandieron su consumo por Europa.
En ese entonces, se disponía de una manera casera, permitiendo que el vino u otras soluciones alcohólicas sufrieran una oxidación en contacto con el aire, posteriormente se descubrió que en este proceso intervenían unas bacterias, llamadas acéticas, que eran las autoras del proceso.
El vinagre es el resultado de una doble fermentación alcohólica que convierte al contenido etílico en ácido acético, un cóctel que, además de transformar el sabor, le concede propiedades antisépticas y conservantes.
Fue en Francia, durante el reinado de Carlos VI, cuando los productores se congregaron convirtiéndose en cofradía, teniendo unas normas muy severas para entrar en la orden y participar en los secretos de la elaboración del vinagre. Según ellos era más difícil hacer un discreto vinagre que un buen vino. Sin embargo, realmente, sus fórmulas secretas consistían en el manejo de algunas sustancias de fuerte sabor, como el jengibre o la pimienta, que proporcionaban al vinagre el sabor característico.
Se utilizaban, toneles en serie de una capacidad comprendida entre los 200 y 400 litros y partiendo de una cantidad de vinagre al que se le añadía vino, por medio de una apropiada ventilación y unas condiciones idóneas de temperatura, este vino se trasformaba en vinagre. Y fue igualmente en Francia, en el siglo XVIII, cuando Lavoisier comenzó a dar una explicación científica al proceso de obtención del vinagre. Su teoría radicaba en decir que el espíritu del vino producía el vinagre al fijar el oxígeno del aire. Y lo que antes era un hecho que se originaba sin saber bien sus causas, se convirtió en algo evidente al conocerse los agentes de la fermentación acética.