sábado, 4 de septiembre de 2010

EL RODABALLO

Por desgracia, no se da en nuestras aguas, aunque quién sabe, con esto de la acuicultura igual se produce el milagro. Pero para cuando nos lo ofrezcan en las pescaderías o en los restaurantes, sepamos diferenciarlo de otras especies, pues no es la primera vez que nos intentan colar otro pescado.
Su cuerpo es muy apretado, de contorno casi circular, con el flanco derecho plano y el izquierdo o superior algo convexo, sin escamas, pero con una serie de tubérculos óseos de superficie rugosa; su altura máxima está contenida de 1,75 a 2 veces en la longitud corporal, por lo que es la especie de cuerpo más alto de toda la familia. Los ojos en el lado izquierdo, son pequeños, bastante separados y en la misma vertical, o el inferior algo más avanzado. La boca es amplia y oblicua. La línea lateral describe una gran curva por encima de las aletas escapulares, y el pedúnculo caudal es muy precario, casi inexistente.
La aleta dorsal es larga, se inicia entre los ojos y la boca; la anal también larga, originándose por debajo de las hendiduras branquiales; los radios de ambas crecen en longitud hacia la parte central de las mismas, volviendo a decrecer gradualmente y terminando sobre los bordes del pedúnculo caudal; escapulares en forma de espátula corta y caudal amplia
El color es gris verdoso, parduzco o amarillento, más o menos jaspeado y moteado de blanco y negro.
El faisán de los mares, así llamaban antiguamente los romanos al rodaballo, que ya por aquella época pescaban y además conservaban en sus rústicos acuarios para reservar este sabroso pez para las más solemnes ocasiones. En el noroeste de La Península, existen dos variedades de rodaballo desde el punto de vista de su hábitat y crianza, el rodaballo natural de nuestras costas y el rodaballo de cultivo en piscifactoría. El primero de ellos constituye hoy día un autentico lujo al alcance de unos pocos, debido a que su captura es artesanal y se necesita mucha pericia en los que se dedican a la pesca de ésta y otras especies de fondo. Lo cual no quita para que de vez en cuando, el pescador aficionado de costa se encuentre con una soberbia picada de alguno de estos peces.
Las gran calidad de las aguas de esas costas, limpias, templadas y excepcionalmente ricas en nutrientes las hacen unas de las mas propicias para que la acuicultura saque el mayor provecho de esa gran granja marina. Existen numerosas piscifactorías donde el rodaballo constituye la especie estrella, sin desmerecer por ejemplo la lubina, lenguado, dorada, la ostra o el mejillón. Como datos estadísticos al respecto podemos decir, que de rodaballo cada año se extraen unas 3.000 toneladas al año que suponen el 55% de lo producido a nivel mundial.
Es el rodaballo un pescado de los de más rápida y sencilla preparación que no necesita de demasiados condimentos debido a su sabroso e intenso sabor. Posiblemente la más típica manera donde se aprecia verdaderamente todo su gusto sea sencillamente a la parrilla, aunque otras elaboraciones sean magistrales, siempre y cuando no enmascaren la bondad del pescado.

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