sábado, 11 de septiembre de 2010

NO TODO SON CHULETAS, LA AGUJA Y LA ALETA

Para sacar un mayor rendimiento a nuestro dinero, cuando vayamos a la compra, no es necesario que siempre nos decantemos por lo más fácil y por supuesto, más caro. Podemos quedar como reyes con otros cortes y un poco de imaginación.
La aguja: Pieza próxima al lomo. Se obtienen filetes jugosos y tiernos de su primera parte, pero el resto es excelente para guisar.
Pues vamos a guisar. Colocaremos, aproximadamente, 1 kg de carne troceada en una cazuela, se acompaña de una cebolla mediana cortada por la mitad, un chorrito de vino blanco y un diente de ajo. Si se desea, además, añadiremos dos zanahorias, peladas y en rodajas, un pimiento verde y dos tomates. Se cubre todo con agua y se añade la sal. Con la cazuela tapada se guisa a fuego lento, hasta que la carne esté tierna, eliminando la espuma que se pueda formar.
Mientras se hace, se calienta aceite de oliva en una sartén, a la que añadiremos una cebolla finamente picada. Cuando esté dorada se añade una cuchara de harina, ligándola bien, se adiciona un chorrito de vino y un poco del caldo de la carne, dejándose cocer unos minutos. Se añade la carne, las zanahorias y el pimiento, dejando cocer todo junto hasta que se ligue bien la salsa.
Acompañado con unas papas fritas, queda perfecto.
Y de la aleta que les voy a decir. Que se trata de una pieza plana y sin nervios, idónea para rellenar.
Se encuentra situada en la paletilla del cuarto delantero, y cubre el hueso del omoplato en su cara interna. Es rectangular y delgada lo que limita su utilización. Si es de ternera es algo más tierna, y se utiliza troceada para ragout; entera enrollada y bridada, rellena o sin rellenar para brasear o asar al horno. Se considera una pieza de segunda, pero no por eso deja de ser excelente si se la sabe tratar.
Una elaboración tradicional es, que una vez abierta la aleta por el carnicero, colocamos carne picada ya preparada con sal y pimienta, añadiendo tiras longitudinales de aceitunas, huevo cocido partido en láminas gruesas, tiras de pimiento morrón y jamón o beicon en tiras, al gusto. Enrollamos la aleta y la atamos, dejándola lista para cocinar.
Una vez realizada esta operación, se unta con aceite de oliva o manteca de cerdo y se mete al horno, se debe dorar muy bien por todos los lados, porque si no se hiciese así, se deshidrataría la carne, se quedaría sin jugo y saldría dura.
Cuando hayamos comprobado que está bien dorada, se añade un vaso grande de vino y a los 10 minutos se completa con un poco de agua. Seguidamente se baja el horno de temperatura y se deja que permanezca en él durante 45 minutos por kg de peso. Una vez en su punto, se puede servir cortada en rodajas finas, ya sea fría o caliente. Se acompaña con su salsa, puré de papas o ensalada al gusto.
Con el fin de que puedan reconocerlas en la carnicería, les dejo las fotos en crudo, en vez de la receta tradicional.

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