Él, Enrique, nos dejó hace un tiempo, pero como el restaurante sigue con sus pautas, no quiero cambiar ni una coma de lo que en su día escribí.
Limitada por impulsos económicos, sociales y culturales, entre otros factores, la comida siempre ha sido un reflejo de las contingencias, de los recursos y de los valores que el sistema productivo imponía sobre la vida misma. Desde tiempos remotos se ha comido lo que la naturaleza ofrecía gratuitamente o aquello que proveía mediante un esfuerzo, que luego pasó a ser una necesidad producida. Y, es curioso, al mismo tiempo, siempre se ha valorado también lo contrario de lo que se tenía, en la penuria, profusión y gordura, en la riqueza, prudencia y donaire.La realidad culinaria a estas alturas del siglo XXI se halla clara e ineludiblemente definida. En la actualidad, la cocina íntima, cotidiana ha de cumplir con algunas exigencias llamadas al triunfo, saludable, natural, económica, estética, fácil y con cariño.
La mejor forma de expresar todos esos requisitos está en las verduras. Las hortalizas pueden prepararse sin excesivas complicaciones, son sanas, moderadas de precio y resultan exquisitas. Si a todo esto le añadimos otros productos de la tierra, pero con dos o cuatro patas, otros con aletas, más los de los árboles, tendremos ante nosotros unas posibilidades de cocina de verdad.
En esta coctelera agreguemos profesionalidad, otra buena cantidad de calidad y cubrimos todo con un entorno agradable en un paraje donde se dan todos estos productos. Si, hablamos de Mogán y más concretamente del Restaurante CASA ENRIQUE.
Enrique Álamo es un intrépido amansado por la sabiduría de su esposa Saro. Tras una prolongada formación yendo y viniendo, visitando a diferentes “maestros” de quién con sinceridad afirma, poca cosa aprendí, de otros afamados establecimientos, teniendo en cuenta que lo autentico lo tenía en casa y en sus antecesores.
Del antiguo local donde se comía auténtica cocina canariona, dio el salto, nunca mejor dicho, para instalarse en los nuevos locales situados en la acera de enfrente. Se metió en un local, que con las ideas de ambos dos, sus manos y las de alguno más, convirtió en magia de la nada. Y desde hace unos años está creando un proyecto, que se encuentra en fase de asentamiento y que está emplazado a convertirse en la luz que ilumine la cocina Canaria en la zona de Mogán.
En sus paredes pintan productos de la zona y en la cocina vista al público, humean los pucheros siempre listos para la manduca.
¿Como se concreta el menú? Como usted prefiera, a la carta o ni más ni menos que dejándose llevar por los platos de temporada. Lo que además implica convertirse en cómplice del/la chef, que es quién decide qué platos especiales se preparan ese día. En función del mercado y de sus ingeniosidades establece los platos y postres que guisará el día que a usted le apetezca aparecer.
Este sistema, que sería el ideal para una culinaria artística, funciona en este establecimiento, merecedor ya de notabilidad. Es muy sencillo, porque la comida es de verdad y a un precio justo.
Como era de esperar, la clientela la conforman todo tipo de comensales. Por precio, por mentalidad, por gusto, por formalidad, lo que puede estar forjando un movimiento renovador, que Canarias necesita más que el ronsito de cada día.
Próximo a conceptos de alta cocina y un desarrollo técnico loable se pueden confeccionar ustedes los más variados menús. Pero insisto en que se dejen aconsejar por Saro o Enrique, aunque ya viene pegando fuerte su hijo Alejandro.
Días atrás, pude disfrutar de unos calamares saharianos de una frescura y una calidad que simplemente fritos con un velo de harina, dejaron mi paladar listo para enfrentarme a unos lomos de atún a las pimientas con caramelizado de Módena. Pero el plato fuerte esperado, cuchara en mano, fue el Rancho Canario con todos sus sacramentos.
A la carne de cochino le dan un toque tan especial que incita a la glotonería. Cuando hay cabrito, es un festín acompañado de papas de la huerta. Ya me entienden.
El potaje de lentejas con plátanos verdes, recuerda al hogar de leña, y los pescados a los acantilados de Mogán.
Cuando el artista tiene buen día, nos puede sorprender con unas tartas de frutas y chocolate y en el peor de los casos, con toda una hilera de mangas, papayas y frutos de la vega de Mogán.
Estas son algunas ideas para disfrutar de auténticos manjares poniendo el énfasis en su estacionalidad, frescor y cualidades intrínsecas.
RESTAURANTE CASA ENRIQUE
c/ San José
MOGÁN (Pueblo)
Gran Canaria
Tlfno. 928 569542
Limitada por impulsos económicos, sociales y culturales, entre otros factores, la comida siempre ha sido un reflejo de las contingencias, de los recursos y de los valores que el sistema productivo imponía sobre la vida misma. Desde tiempos remotos se ha comido lo que la naturaleza ofrecía gratuitamente o aquello que proveía mediante un esfuerzo, que luego pasó a ser una necesidad producida. Y, es curioso, al mismo tiempo, siempre se ha valorado también lo contrario de lo que se tenía, en la penuria, profusión y gordura, en la riqueza, prudencia y donaire.La realidad culinaria a estas alturas del siglo XXI se halla clara e ineludiblemente definida. En la actualidad, la cocina íntima, cotidiana ha de cumplir con algunas exigencias llamadas al triunfo, saludable, natural, económica, estética, fácil y con cariño.
La mejor forma de expresar todos esos requisitos está en las verduras. Las hortalizas pueden prepararse sin excesivas complicaciones, son sanas, moderadas de precio y resultan exquisitas. Si a todo esto le añadimos otros productos de la tierra, pero con dos o cuatro patas, otros con aletas, más los de los árboles, tendremos ante nosotros unas posibilidades de cocina de verdad.
En esta coctelera agreguemos profesionalidad, otra buena cantidad de calidad y cubrimos todo con un entorno agradable en un paraje donde se dan todos estos productos. Si, hablamos de Mogán y más concretamente del Restaurante CASA ENRIQUE.
Enrique Álamo es un intrépido amansado por la sabiduría de su esposa Saro. Tras una prolongada formación yendo y viniendo, visitando a diferentes “maestros” de quién con sinceridad afirma, poca cosa aprendí, de otros afamados establecimientos, teniendo en cuenta que lo autentico lo tenía en casa y en sus antecesores.
Del antiguo local donde se comía auténtica cocina canariona, dio el salto, nunca mejor dicho, para instalarse en los nuevos locales situados en la acera de enfrente. Se metió en un local, que con las ideas de ambos dos, sus manos y las de alguno más, convirtió en magia de la nada. Y desde hace unos años está creando un proyecto, que se encuentra en fase de asentamiento y que está emplazado a convertirse en la luz que ilumine la cocina Canaria en la zona de Mogán.
En sus paredes pintan productos de la zona y en la cocina vista al público, humean los pucheros siempre listos para la manduca.
¿Como se concreta el menú? Como usted prefiera, a la carta o ni más ni menos que dejándose llevar por los platos de temporada. Lo que además implica convertirse en cómplice del/la chef, que es quién decide qué platos especiales se preparan ese día. En función del mercado y de sus ingeniosidades establece los platos y postres que guisará el día que a usted le apetezca aparecer.
Este sistema, que sería el ideal para una culinaria artística, funciona en este establecimiento, merecedor ya de notabilidad. Es muy sencillo, porque la comida es de verdad y a un precio justo.
Como era de esperar, la clientela la conforman todo tipo de comensales. Por precio, por mentalidad, por gusto, por formalidad, lo que puede estar forjando un movimiento renovador, que Canarias necesita más que el ronsito de cada día.
Próximo a conceptos de alta cocina y un desarrollo técnico loable se pueden confeccionar ustedes los más variados menús. Pero insisto en que se dejen aconsejar por Saro o Enrique, aunque ya viene pegando fuerte su hijo Alejandro.
Días atrás, pude disfrutar de unos calamares saharianos de una frescura y una calidad que simplemente fritos con un velo de harina, dejaron mi paladar listo para enfrentarme a unos lomos de atún a las pimientas con caramelizado de Módena. Pero el plato fuerte esperado, cuchara en mano, fue el Rancho Canario con todos sus sacramentos.
A la carne de cochino le dan un toque tan especial que incita a la glotonería. Cuando hay cabrito, es un festín acompañado de papas de la huerta. Ya me entienden.
El potaje de lentejas con plátanos verdes, recuerda al hogar de leña, y los pescados a los acantilados de Mogán.
Cuando el artista tiene buen día, nos puede sorprender con unas tartas de frutas y chocolate y en el peor de los casos, con toda una hilera de mangas, papayas y frutos de la vega de Mogán.
Estas son algunas ideas para disfrutar de auténticos manjares poniendo el énfasis en su estacionalidad, frescor y cualidades intrínsecas.
RESTAURANTE CASA ENRIQUE
c/ San José
MOGÁN (Pueblo)
Gran Canaria
Tlfno. 928 569542
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