¿Quien no ha tenido que ejercer de Anfitrión en alguna ocasión?, pues de eso hablaremos hoy en Manteles Canarios.
La versión más extendida y como todas las buenas leyendas, suelen ser muy jugosas. Ya por el año 200 A.C. el celebre escritor Plauto narra este drama en una de sus obras, y por supuesto el personaje principal es Anfitrión.
Rey de Tirintia, cuya fama de amabilidad y atenciones han sobrevivido a través de los tiempos hasta hoy en día, así como también su bella y famosa esposa Alcmena, entran en la historia por la puerta grande del escándalo, cuando accede en el colmo de la amabilidad y a solicitud de su esposo, a calentar con su cuerpo en una fría noche a un huésped muy especial, nada menos que a Zeus, de la fugaz pasión y fruto de tan extrema generosidad en el hospedaje, meses después nace, el no menos célebre Hércules.
Otra versión, un poco más escabrosa, cuenta la leyenda que Zeus sedujo a su esposa Alcmena, aprovechando que éste se encontraba en el campo de batalla, tomando la forma de Anfitrión; pero el resultado siempre es el mismo, de esta relación nació Heracles, también llamado Hércules.
El bueno de Anfitrión, que siempre mantuvo su honorabilidad, muere en las guerras contra Egino, rey de Orcomene.
El diccionario de la Real Academia Española de la lengua, define anfitrión como: De Anfitrión, rey de Tebas, espléndido en sus banquetes. 1. Persona o entidad que recibe en su país o en su sede habitual a invitados o visitantes. 2. Persona que tiene invitados a su mesa o a su casa.Si bien el término parece que viene de los esplendidos banquetes que organizaba este rey, otros escritores no lo tienen tan claro y aceptan otras opciones y se decantan por otros orígenes, ya que en aquella época grandes fiestas las daban muchas personalidades y gente de la clase alta.
Con posterioridad, allá por el año 1.668, Moliere (1.622-1.673), el gran literato francés rescata y adecua esta comedia de Plauto, siendo en la escena final donde se habla de un estupendo banquete.
En la mencionada escena, se representa un gran banquete, donde Sosia, que era el correo del capitán Anfitrión, habla con su amo, o con el dios Zeus, que como decíamos, había tomado la apariencia de éste, por lo que no sabía con quien estaba hablando. .
Como su mensajero de confianza, se le invita a sentarse a la mesa, a participar del banquete, y entonces dice esta frase, le véritable Amphitryón est l`Amphitryon où l`on dine, que podría traducirse como: El verdadero Anfitrión, es el que invita a cenar.
La expresión cayó en gracia y, debido al uso popular de la palabra, pronto, Amphitryon se agrega a la lengua francesa con el significado de, El que invita a cenar. Análogo a lo que ocurre con otras palabras, su uso se extiende poco a poco más allá de sus fronteras y llega, entre otros países de Europa, a España.
El gourmet Grimon de Reynière, en 1810 concibe y acuña otro concepto de Anfitrión, al escribir el Manual para anfitriones, refiriéndose con cierta burla y malicia al rey de Tirintia, y explicando que es lo que se debe hacer para crear las condiciones de una buena atención en el hospedaje, la cocina y posterior ofrecimiento a los invitados.
En la edición de 1869 del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es la primera en la que se recoge esta acepción.
Por otra parte, si es importante comportarse como un buen anfitrión, no lo es menos saber ser y comportarse como un buen invitado.
Lo mismo que debemos saber agasajar, también debemos tener una conducta correcta cuando somos invitados. Ajustar nuestro proceder a los momentos y situaciones que se nos presenten, es un tarea fundamental para mantener unas joviales relaciones con el resto de invitados. También, debemos cuidar los detalles a tener con los anfitriones y las muestras de reconocimiento.
Algo a lo que no se le da la importancia que realmente tiene, es la puntualidad. Siempre que nos inviten a cualquier tipo de fiesta o evento, debemos considerar seriamente este tema.
Nuestros anfitriones pueden estar esperando a que nosotros lleguemos, para comunicar alguna noticia, para comenzar un almuerzo, cena, o cualquier otra actividad. No podemos hacer esperar a nadie, ni a los anfitriones ni al resto de los invitados. Es de muy mala educación.
Igualmente debemos tener en cuenta, que tampoco es aconsejable llegar con demasiada antelación. Lo mejor es hacer algo de tiempo, para tratar de llegar a la hora prevista en la invitación.
Llegar tarde no tiene ningún tipo de encanto ni es elegante ni da categoría, tal y como piensan algunas personas. Llegar tarde es, simple y llanamente, una falta de educación. Y una falta de respeto hacia los invitados y los anfitriones.
Si por algún imprevisto o por razones de fuerza mayor no podemos llegar a la hora, con los medios que contamos hoy en día, se debe avisar, y cuando lleguemos, hay que dar algún tipo de explicación, pero sólo a los anfitriones no al resto de invitados.
En el caso de que usted fuera el invitado de honor, por supuesto que lo debe planificar con un amplio margen de tiempo para resolver cualquier imprevisto, e iniciar su partida para llegar un poco antes que el resto de los invitados. Es imperdonable, cosa que sucede con demasiada frecuencia, que lleguen los otros antes que el invitado de honor.
A ver si tomamos buena nota porque la puntualidad en Canarias, no es precisamente uno de nuestros puntos fuertes.
La versión más extendida y como todas las buenas leyendas, suelen ser muy jugosas. Ya por el año 200 A.C. el celebre escritor Plauto narra este drama en una de sus obras, y por supuesto el personaje principal es Anfitrión.
Rey de Tirintia, cuya fama de amabilidad y atenciones han sobrevivido a través de los tiempos hasta hoy en día, así como también su bella y famosa esposa Alcmena, entran en la historia por la puerta grande del escándalo, cuando accede en el colmo de la amabilidad y a solicitud de su esposo, a calentar con su cuerpo en una fría noche a un huésped muy especial, nada menos que a Zeus, de la fugaz pasión y fruto de tan extrema generosidad en el hospedaje, meses después nace, el no menos célebre Hércules.
Otra versión, un poco más escabrosa, cuenta la leyenda que Zeus sedujo a su esposa Alcmena, aprovechando que éste se encontraba en el campo de batalla, tomando la forma de Anfitrión; pero el resultado siempre es el mismo, de esta relación nació Heracles, también llamado Hércules.
El bueno de Anfitrión, que siempre mantuvo su honorabilidad, muere en las guerras contra Egino, rey de Orcomene.
El diccionario de la Real Academia Española de la lengua, define anfitrión como: De Anfitrión, rey de Tebas, espléndido en sus banquetes. 1. Persona o entidad que recibe en su país o en su sede habitual a invitados o visitantes. 2. Persona que tiene invitados a su mesa o a su casa.Si bien el término parece que viene de los esplendidos banquetes que organizaba este rey, otros escritores no lo tienen tan claro y aceptan otras opciones y se decantan por otros orígenes, ya que en aquella época grandes fiestas las daban muchas personalidades y gente de la clase alta.
Con posterioridad, allá por el año 1.668, Moliere (1.622-1.673), el gran literato francés rescata y adecua esta comedia de Plauto, siendo en la escena final donde se habla de un estupendo banquete.
En la mencionada escena, se representa un gran banquete, donde Sosia, que era el correo del capitán Anfitrión, habla con su amo, o con el dios Zeus, que como decíamos, había tomado la apariencia de éste, por lo que no sabía con quien estaba hablando. .
Como su mensajero de confianza, se le invita a sentarse a la mesa, a participar del banquete, y entonces dice esta frase, le véritable Amphitryón est l`Amphitryon où l`on dine, que podría traducirse como: El verdadero Anfitrión, es el que invita a cenar.
La expresión cayó en gracia y, debido al uso popular de la palabra, pronto, Amphitryon se agrega a la lengua francesa con el significado de, El que invita a cenar. Análogo a lo que ocurre con otras palabras, su uso se extiende poco a poco más allá de sus fronteras y llega, entre otros países de Europa, a España.
El gourmet Grimon de Reynière, en 1810 concibe y acuña otro concepto de Anfitrión, al escribir el Manual para anfitriones, refiriéndose con cierta burla y malicia al rey de Tirintia, y explicando que es lo que se debe hacer para crear las condiciones de una buena atención en el hospedaje, la cocina y posterior ofrecimiento a los invitados.
En la edición de 1869 del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es la primera en la que se recoge esta acepción.
Por otra parte, si es importante comportarse como un buen anfitrión, no lo es menos saber ser y comportarse como un buen invitado.
Lo mismo que debemos saber agasajar, también debemos tener una conducta correcta cuando somos invitados. Ajustar nuestro proceder a los momentos y situaciones que se nos presenten, es un tarea fundamental para mantener unas joviales relaciones con el resto de invitados. También, debemos cuidar los detalles a tener con los anfitriones y las muestras de reconocimiento.
Algo a lo que no se le da la importancia que realmente tiene, es la puntualidad. Siempre que nos inviten a cualquier tipo de fiesta o evento, debemos considerar seriamente este tema.
Nuestros anfitriones pueden estar esperando a que nosotros lleguemos, para comunicar alguna noticia, para comenzar un almuerzo, cena, o cualquier otra actividad. No podemos hacer esperar a nadie, ni a los anfitriones ni al resto de los invitados. Es de muy mala educación.
Igualmente debemos tener en cuenta, que tampoco es aconsejable llegar con demasiada antelación. Lo mejor es hacer algo de tiempo, para tratar de llegar a la hora prevista en la invitación.
Llegar tarde no tiene ningún tipo de encanto ni es elegante ni da categoría, tal y como piensan algunas personas. Llegar tarde es, simple y llanamente, una falta de educación. Y una falta de respeto hacia los invitados y los anfitriones.
Si por algún imprevisto o por razones de fuerza mayor no podemos llegar a la hora, con los medios que contamos hoy en día, se debe avisar, y cuando lleguemos, hay que dar algún tipo de explicación, pero sólo a los anfitriones no al resto de invitados.
En el caso de que usted fuera el invitado de honor, por supuesto que lo debe planificar con un amplio margen de tiempo para resolver cualquier imprevisto, e iniciar su partida para llegar un poco antes que el resto de los invitados. Es imperdonable, cosa que sucede con demasiada frecuencia, que lleguen los otros antes que el invitado de honor.
A ver si tomamos buena nota porque la puntualidad en Canarias, no es precisamente uno de nuestros puntos fuertes.
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